SEÑALES DE ALERTA DE
LA DESNUTRICIÓN EN PERSONAS MAYORES
Que un anciano se deje comida en el
plato con frecuencia es un posible signo de desnutrición.
La desnutrición es una de las
condiciones que más preocupan a quienes cuidan a personas mayores. Aunque las
cifras sobre frecuencia difieren según los criterios que se empleen para
definirla, se trata de un problema muy habitual que se traduce en un
aumento de la fragilidad y dependencia de los ancianos. Prevenirla o
detectarla a tiempo es prioritario para mejorar su salud.
Diversos estudios han constatado
una mayor prevalencia de desnutrición en las residencias de ancianos,
que según Rosa López Mongil, geriatra, llega al 30-40 por ciento de los
ingresados.
Isabel Higuera, nutricionista afirma
que la prevalencia de desnutrición establecida en alrededor del 25-30 por
ciento de la población mayor de 75 años. En población institucionalizada y
hospitalizada de esta edad, puede incrementarse hasta un 44-65 por ciento.
Principales
causas y factores de riesgo
Entre
las patologías que entrañan un mayor riesgo de que los mayores desarrollen
desnutrición destacan las siguientes:
- Demencias,
como la enfermedad de Alzheimer.
- Enfermedades
cerebrovasculares. Por ejemplo, tras un ictus.
- Fracturas
en el sistema locomotor (como la fractura de cadera).
- Osteoporosis
- Diabetes
- Enfermedades
del sistema digestivo
- Problemas
para tragar (disfagia).
- Enfermedad obstructiva cronica (EPOC)
- Infecciones (como las urinarias, muy
frecuentes en ancianos y muchas veces asintomáticas).
- Úlceras
por presión.
Al
margen de la presencia de patologías, tal y como apunta López Mongil, el
problema puede estar causado –o agravarse- “por problemas relacionados con la
boca, como dentaduras en mal estado”.
Signos de alarma
La
desnutrición se puede tratar de forma eficaz y su control es esencial para
mejorar el pronóstico de muchas de las patologías que afectan al paciente
mayor. El propio interesado o quienes lo cuiden deben prestar atención a las
siguientes señales de alerta:
- Disminución
de la ingesta en
el último mes.
- Pérdida
de peso no intencionada en
los últimos meses.
- Pérdida
de masa muscular. Una forma de apreciarla es observar si tiene
los brazos o las pantorrillas más delgados.
- Pérdida
de fuerza en el músculo. Intentar ver si tiene menos fuerza
para agarrar o levantar algo de peso.
- Mayor cansancio
al realizar actividades de la vida diaria como caminar o
levantarse de la silla.
- Tendencia
a toser o atragantarse al comer o beber.
Ante estos signos de alerta hay que
acudir al médico, que lo primero que preguntará es el peso habitual de
esa persona. Por eso, no está de más hacer mediciones habituales a primera hora
de la mañana y con poca ropa. Asimismo, el facultativo se interesará por
la talla para poder determinar el indice de masa corporal(IMC), que consiste en
dividir el peso (expresado en kilos) entre la estatura (en metros) elevada al
cuadrado.
En términos generales, se considera
que “las personas de más de 70 años con un IMC inferior a 22 están
desnutridas”, apunta López Mongil. El diagnóstico del problema es más complejo,
pero la geriatra considera que este es un “dato sencillo que da una idea muy
acertada”.
¿Cómo
se puede prevenir?
Unos buenos hábitos de alimentación
pueden contribuir a prevenir la desnutrición en las personas mayores. Higuera
recomienda “realizar al menos 4 comidas al día”, que deben ser “equilibradas e
incluir alimentos que aporten energía, proteínas, vitaminas y minerales”. Asimismo, es
conveniente vigilar tanto la ingesta de agua como el tránsito intestinal.
La nutricionista afirma que la dieta
de un anciano sano “no debe diferir en gran medida de la del adulto”. Se
calcula que precisará algo menos de calorías y mayor porcentaje de esa energía en
forma de proteínas.
Un aspecto que se debe valorar es
“la tolerancia a grandes cantidades de lactosa, pues es natural
desarrollar cierta intolerancia en esta época de la vida”.
El resto de pautas alimenticias se
resumen en el consumo de legumbre tres veces a la semana, dar prioridad al
pescado (el azul, 2-3 veces a la semana) y el huevo sobre la carne,
incluir frutos secos naturales todos los días (si es preciso, triturados),
consumir al menos un lácteo fermentado al día (sin azucarar), dar prioridad
a los cereales integrales y tomar mucha verdura y fruta.
Una
vez diagnosticado el problema, ¿cómo se trata?
El tratamiento dependerá de la causa
de la desnutrición. Por eso, lo primero será tratar la patología de base que
esté produciendo el problema. Si el afectado tiene disfagia, será necesario
modificar la textura de los alimentos para que pueda
tragarlos.
Muchos mayores consumen gran
cantidad de fármacos. “Es importante que el médico revise qué
medicación toma el afectado porque a veces hay algún medicamento que
es la causa de que deje de comer”, precisa la geriatra. Además, se deberá
procurar que la persona “tome menos de cinco medicamentos a la vez”.
En cuanto a la toma de suplementos
nutricionales, las dos expertas coinciden en señalar que nunca debe hacerse
sin el concurso de un profesional cualificado. “El uso de suplementos orales
solo está indicado en casos de riesgo alto de desnutrición, así
como para el tratamiento de la desnutrición establecida”, apostilla la
nutricionista.
Como en toda intervención dietética,
el ejercicio físico también constituye una pieza clave frente
a la desnutrición. Su práctica ayudará a mitigar la pérdida de fuerza muscular,
por lo que se recomiendan, sobre todo, ejercicios de fuerza y de resistencia.
También pueden ser útiles los de flexibilidad y equilibrio.
Siempre consultar periódicamente al
Medico nutricionista, quien será el que indique el plan más apropiado para el
paciente.
www.cuidateplus.marca.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario